LOS MANDATOS DE LO MASCULINO
Parte 2. La discriminación contra nuestra masculinidad.
Los mandatos de
lo masculino evidentemente no son universales, cada sociedad y cada persona los
ejerce a su modo, es el “mos masculus” de vivir de cada quien, pero
salvo que tu masculinidad sea la que le embona al feminismo, es decir, la
género-sensible, es probable que hayas sufrido algún grado de discriminación.
Es indudable que los reclamos del feminismo son
legítimos, y pocas personas —hombres o mujeres — pueden negarlo. Ha logrado evidenciar
muchas conductas discriminatorias de lo que llaman “patriarcado” perpetuado por
lo que llaman “machismo”. Claro que todos somos iguales, y todos merecemos las
mismas oportunidades. Claro que el hombre no es superior a la mujer.
Eso no esta mal, el problema comienza cuando
la definición de lo que a ellas les duele de las conductas “machistas” se tornan
persecución de lo masculino, y cuando se confunde lo masculino con lo machista.
El problema sigue también cuando el resentimiento por vivencias de malas
relaciones o incluso de ser víctima de delitos, genera discursos de odio contra
todo lo históricamente reconocido como “masculinidades” o mandatos de lo
masculino.
En este tema existe mucho calor, muchas veces
originado por una diferencia conceptual, pues a algunas personas piensan en
algo distinto a lo que otros atacan o defienden.
Empecemos por recordar los diferentes tipos
de masculinidades reconocidas por la CNDH:
1.- Masculinidad hegemónica.-
Sus integrantes se caracterizan por ser personas importantes, independientes,
autónomas, activas, productivas, heterosexuales, y a nivel familiar,
proveedoras y con un amplio control sobre sus emociones.
2.- Masculinidad subordinada.-
En este caso, algún o algunos rasgos de la masculinidad dominante están ausentes;
se trata de hombres que no son tan fuertes, cuya capacidad económica no es
grande, no comparten rasgos como el autocontrol emocional, pertenecen a una
minoría, y no se identifican con el estereotipo o prototipo masculino
hegemónico.
3.- Masculinidades alternas.-
Algunos hombres, al analizar las masculinidades anteriormente señaladas, han
llegado a la conclusión de que no desean ejercer ninguna de ellas; que, por el
contario, están dispuestos a analizar y elegir otras conductas, características
y actitudes nuevas. De ahí que actualmente haya hombres que toman lo bueno de
una y otra forma, obteniendo la posibilidad de elegir cómo relacionarse con
otros; reconociendo que la relación no debe ser necesariamente violenta ni
implicar atracción sexual; respetar el derecho a definir la preferencia sexual;
asumir que los hombres tienen derecho a experimentar los mismos sentimientos
que las mujeres y de igual forma evaluar positivamente la amistad entre
hombres.
La masculinidad
género-sensible, es un ejemplo de éste tercer grupo. Las masculinidades
género-sensibles se caracterizan por ser críticas frente a los patrones
culturales del patriarcado, son más abiertos a mejores modos de expresión
emocional que involucran tanto las relaciones paternofiliales como las de
pareja, y especialmente en la dimensión estructural, se resalta su compromiso
colectivo con la transformación ética, económica, política y cultural del
sistema mismo de las relaciones de género, con un horizonte de equidad.
La masculinidad
frágil,
esta no es propiamente una forma de masculinidad reconocida por la CNDH, pero
es muy común escuchar discursos al respecto, los cuales suelen referirse a esas
actitudes que se construyen dentro de un paradigma machista y patriarcal que
exige al varón ser fuerte, insensible, superior, independiente, esconder sus
emociones y sus miedos. De esta manera, el varón tiene que hacer un gran esfuerzo
para sostener este estereotipo exigido. Lo cual,
muchas veces, pone al mismo frente a un callejón sin salida. El problema, dicen, surge
cuando, al sentir amenazada su masculinidad, ataca. Acción muy bien ponderada
dentro de este estereotipo de macho. Suele resumirse en la siguiente
frase: “Lo que más desestabiliza al macho (macho entendido como el estereotipo
machista del varón), es sentir amenazada su potencia y superioridad.”
Como podrá
observarse, este último no es realmente un tipo de masculinidad, sino un tipo de
machismo en todo su esplendor. Cuando vemos este tipo de discursos sabemos que de forma natural
buscan apoyar el movimiento feminista mediante la vinculación de la masculinidad
con el patriarcado, con el machismo, la desigualdad, la violencia, y hasta con la
delincuencia.
Cuidado aquí ya
estamos entrando en un terreno de prejuicios discriminatorios.
Lamentablemente,
como se ve, algunas personas con la intención de desacreditar la masculinidad y destruir las bases mismas de la percepción clásica histórica
tradicional de un hombre fuerte, alfa, proveedor; han tratado de equiparar la
masculinidad hegemónica con la violencia contra las mujeres, que logra imponer
su voluntad y origina una situación de desigualdad.
Estigmatiza y
prejuzga entonces la masculinidad hegemónica con hombres violentos que
necesariamente recurren al uso de violencia para imponer su voluntad, que
buscan someter a otros hombres y que constantemente están en búsqueda de riesgo
y situaciones de peligro.
Como podemos
apreciar, la misión de esta corriente «anti-masculinidad» es clara:
acabar con el estereotipo tradicional de hombre fuerte, desacreditándolo, al
identificarlo con los paradigmas del patriarcado machista.
Esto es tan discriminatorio
y grave, como el machismo mismo, pues estigmatiza la masculinidad del varón al prejuzgar,
identificando per se al hombre fuerte con el violento, al alfa con el machista,
al proveedor con el patriarcal, y al hombre caballeroso con el violentador
pasivo.
Por increíble
que parezca, hasta el hombre mas caballeroso no se salva ante este tipo de prejuicio
y estigmatización «anti-masculinidad», pues para el feminismo más radical, la
caballerosidad es una tradición patriarcal que implica un orden jerárquico de
las personas y una implicación de debilidad en quien recibe este trato.
Tal ha
sido el grado de estigmatización y discriminación por este tema, que La CNHD en
su página web hace alusión al debido Respeto a las Diferentes
Masculinidades, con la frase: "Porque hay muchas formas de ser hombre. Tú puedes ejercer la
masculinidad que elijas y tienes derecho a ser respetado. Ante cualquier acto
de discriminación la CNDH está contigo."
La discriminación por razones de género implica un trato diferente o perjudicial que se da a una persona por motivo de su sexo, y aquí encontramos un ejemplo.
El feminismo fomenta
el respeto y la igualdad entre ambos géneros, con especial énfasis en la
igualdad de la mujer; no obstante, en muchos casos se ha llegado al extremo
opuesto, y nuestras nuevas generaciones hoy prejuzgan al varón.
Se prejuzga al
varón cuando se dice el hombre mató, no, el que mató es un asesino. El hombre
violó, no, el que violó es un violador.
Si exigimos respeto,
lo menos que se puede esperar es que respetemos. — Feministas — si exigen respeto ¿que es lo que debemos esperar de ustedes?
Cualquier forma
de masculinidad no es sinónimo de machismo, ni de violencia, ni de delincuencia.
Ser alfa es ser
líder. Ser líder no es aplastar a nadie, es lo que se es. Hasta las sociedades
mercantiles o civiles requieren un líder, un administrador. Ninguna sociedad
sobrevive con votos empatados. Cualquier persona con experiencia en la toma de
decisiones verá esto como una realidad y las familias no están ajenas a este
principio.
Eso no significa
que la mujer no lo pueda hacer. Claro que puede y que lo haga con quien así lo
acepte, pero que no pretenda que esa fórmula funcione de manera universal para todas
las familias.
Ser protector es
una elección personal. Si a una mujer le afecta, le disgusta, le incomoda, está
en su derecho a no aceptar a un protector como pareja, pero a lo que no tiene
derecho es a forzar al que lo es a que deje de serlo.
Ser proveedor
es una elección personal. Igualmente, cada quién es libre de elegir.
Ser caballeroso
(al que lo elige) es una característica de su personalidad. Es su educación, su
cultura, es lo que es. A la que no le guste que se busque a su patán, que no le
faltaran opciones.
Los que nos orgullecemos de la autopercepción como persona fuerte, importante, independiente, autónoma, activa, productiva, heterosexual, y a nivel familiar, proveedora y con un amplio control sobre las emociones, no estamos haciendo nada incorrecto, ni ilegal, ni antisocial. Nuestra autopercepción es tan respetable como cualquier otra.