domingo, 10 de septiembre de 2023

 


LOS MANDATOS DE LO MASCULINO

Parte 2. La discriminación contra nuestra masculinidad.

Los mandatos de lo masculino evidentemente no son universales, cada sociedad y cada persona los ejerce a su modo, es el “mos masculus” de vivir de cada quien, pero salvo que tu masculinidad sea la que le embona al feminismo, es decir, la género-sensible, es probable que hayas sufrido algún grado de discriminación.

Es indudable que los reclamos del feminismo son legítimos, y pocas personas —hombres o mujeres — pueden negarlo. Ha logrado evidenciar muchas conductas discriminatorias de lo que llaman “patriarcado” perpetuado por lo que llaman “machismo”. Claro que todos somos iguales, y todos merecemos las mismas oportunidades. Claro que el hombre no es superior a la mujer.

Eso no esta mal, el problema comienza cuando la definición de lo que a ellas les duele de las conductas “machistas” se tornan persecución de lo masculino, y cuando se confunde lo masculino con lo machista. El problema sigue también cuando el resentimiento por vivencias de malas relaciones o incluso de ser víctima de delitos, genera discursos de odio contra todo lo históricamente reconocido como “masculinidades” o mandatos de lo masculino.

En este tema existe mucho calor, muchas veces originado por una diferencia conceptual, pues a algunas personas piensan en algo distinto a lo que otros atacan o defienden.

Empecemos por recordar los diferentes tipos de masculinidades reconocidas por la CNDH:

1.- Masculinidad hegemónica.- Sus integrantes se caracterizan por ser personas importantes, independientes, autónomas, activas, productivas, heterosexuales, y a nivel familiar, proveedoras y con un amplio control sobre sus emociones.

2.- Masculinidad subordinada.- En este caso, algún o algunos rasgos de la masculinidad dominante están ausentes; se trata de hombres que no son tan fuertes, cuya capacidad económica no es grande, no comparten rasgos como el autocontrol emocional, pertenecen a una minoría, y no se identifican con el estereotipo o prototipo masculino hegemónico.

3.- Masculinidades alternas.- Algunos hombres, al analizar las masculinidades anteriormente señaladas, han llegado a la conclusión de que no desean ejercer ninguna de ellas; que, por el contario, están dispuestos a analizar y elegir otras conductas, características y actitudes nuevas. De ahí que actualmente haya hombres que toman lo bueno de una y otra forma, obteniendo la posibilidad de elegir cómo relacionarse con otros; reconociendo que la relación no debe ser necesariamente violenta ni implicar atracción sexual; respetar el derecho a definir la preferencia sexual; asumir que los hombres tienen derecho a experimentar los mismos sentimientos que las mujeres y de igual forma evaluar positivamente la amistad entre hombres.

La masculinidad género-sensible, es un ejemplo de éste tercer grupo. Las masculinidades género-sensibles se caracterizan por ser críticas frente a los patrones culturales del patriarcado, son más abiertos a mejores modos de expresión emocional que involucran tanto las relaciones paternofiliales como las de pareja, y especialmente en la dimensión estructural, se resalta su compromiso colectivo con la transformación ética, económica, política y cultural del sistema mismo de las relaciones de género, con un horizonte de equidad.

La masculinidad frágil, esta no es propiamente una forma de masculinidad reconocida por la CNDH, pero es muy común escuchar discursos al respecto, los cuales suelen referirse a esas actitudes que se construyen dentro de un paradigma machista y patriarcal que exige al varón ser fuerte, insensible, superior, independiente, esconder sus emociones y sus miedos. De esta manera, el varón tiene que hacer un gran esfuerzo para sostener este estereotipo exigido. Lo cual, muchas veces, pone al mismo frente a un callejón sin salida. El problema, dicen, surge cuando, al sentir amenazada su masculinidad, ataca. Acción muy bien ponderada dentro de este estereotipo de macho. Suele resumirse en la siguiente frase: “Lo que más desestabiliza al macho (macho entendido como el estereotipo machista del varón), es sentir amenazada su potencia y superioridad.”

Como podrá observarse, este último no es realmente un tipo de masculinidad, sino un tipo de machismo en todo su esplendor. Cuando vemos este tipo de discursos sabemos que de forma natural buscan apoyar el movimiento feminista mediante la vinculación de la masculinidad con el patriarcado, con el machismo, la desigualdad, la violencia, y hasta con la delincuencia.

Cuidado aquí ya estamos entrando en un terreno de prejuicios discriminatorios.

Lamentablemente, como se ve, algunas personas con la intención de desacreditar la masculinidad  y destruir las bases mismas de la percepción clásica histórica tradicional de un hombre fuerte, alfa, proveedor; han tratado de equiparar la masculinidad hegemónica con la violencia contra las mujeres, que logra imponer su voluntad y origina una situación de desigualdad.

Estigmatiza y prejuzga entonces la masculinidad hegemónica con hombres violentos que necesariamente recurren al uso de violencia para imponer su voluntad, que buscan someter a otros hombres y que constantemente están en búsqueda de riesgo y situaciones de peligro.

Como podemos apreciar, la misión de esta corriente «anti-masculinidad» es clara: acabar con el estereotipo tradicional de hombre fuerte, desacreditándolo, al identificarlo con los paradigmas del patriarcado machista.

Esto es tan discriminatorio y grave, como el machismo mismo, pues estigmatiza la masculinidad del varón al prejuzgar, identificando per se al hombre fuerte con el violento, al alfa con el machista, al proveedor con el patriarcal, y al hombre caballeroso con el violentador pasivo.

Por increíble que parezca, hasta el hombre mas caballeroso no se salva ante este tipo de prejuicio y estigmatización «anti-masculinidad», pues para el feminismo más radical, la caballerosidad es una tradición patriarcal que implica un orden jerárquico de las personas y una implicación de debilidad en quien recibe este trato.

Tal ha sido el grado de estigmatización y discriminación por este tema, que La CNHD en su página web hace alusión al debido Respeto a las Diferentes Masculinidades, con la frase: "Porque hay muchas formas de ser hombre. Tú puedes ejercer la masculinidad que elijas y tienes derecho a ser respetado. Ante cualquier acto de discriminación la CNDH está contigo."


La discriminación por razones de género implica un trato diferente o perjudicial que se da a una persona por motivo de su sexo, y aquí encontramos un ejemplo.

El feminismo fomenta el respeto y la igualdad entre ambos géneros, con especial énfasis en la igualdad de la mujer; no obstante, en muchos casos se ha llegado al extremo opuesto, y nuestras nuevas generaciones hoy prejuzgan al varón.

Se prejuzga al varón cuando se dice el hombre mató, no, el que mató es un asesino. El hombre violó, no, el que violó es un violador.

Si exigimos respeto, lo menos que se puede esperar es que respetemos. — Feministas — si exigen respeto ¿que es lo que debemos esperar de ustedes?

Cualquier forma de masculinidad no es sinónimo de machismo, ni de violencia, ni de delincuencia.

Ser alfa es ser líder. Ser líder no es aplastar a nadie, es lo que se es. Hasta las sociedades mercantiles o civiles requieren un líder, un administrador. Ninguna sociedad sobrevive con votos empatados. Cualquier persona con experiencia en la toma de decisiones verá esto como una realidad y las familias no están ajenas a este principio.

Eso no significa que la mujer no lo pueda hacer. Claro que puede y que lo haga con quien así lo acepte, pero que no pretenda que esa fórmula funcione de manera universal para todas las familias.

Ser protector es una elección personal. Si a una mujer le afecta, le disgusta, le incomoda, está en su derecho a no aceptar a un protector como pareja, pero a lo que no tiene derecho es a forzar al que lo es a que deje de serlo.

Ser proveedor es una elección personal. Igualmente, cada quién es libre de elegir. (no confundir con la obligación alimentaria que es un deber) Me cuesta trabajo imaginar a quien le pueda disgustar este atributo. Las opciones que me vienen a la mente son aquellas que requieren algún tratamiento.

Ser caballeroso (al que lo elige) es una característica de su personalidad. Es su educación, su cultura, es lo que es. A la que no le guste que se busque a su patán, que no le faltaran opciones.

Los que nos orgullecemos de la autopercepción como persona fuerte, importante, independiente, autónoma, activa, productiva, heterosexual, y a nivel familiar, proveedora y con un amplio control sobre las emociones, no estamos haciendo nada incorrecto, ni ilegal, ni antisocial. Nuestra autopercepción es tan respetable como cualquier otra.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Los mandatos de la masculinidad.

 


Los mandatos de la masculinidad.

 

Dicen que nuestra masculinidad está en crisis, dicen que los hombres masculinos somos machistas, somos represores, opresivos, agresivos, maltratadores, y sobre todo, representamos esa deuda histórica del patriarcado contra el feminismo.

Hoy se aplaude a los hombres que han reprimido, renunciado o moderado los 7 atributos de su masculinidad; están al rojo vivo los prejuicios contra el género masculino. Se premia y se aplauden a los hombres afeminados o sensibles.

Y los que no aceptamos esa exigencia feminista, somos objeto de crítica social y represión.

Pues yo hoy vengo a decir a los 4 vientos que SOY HOMBRE, SOY MASCULINO, y yo no necesito el permiso de nadie para estar orgulloso de mi masculinidad.

Los 7 atributos de la masculinidad, para mi, son:

1).- la caballerosidad; 2).- la fuerza física; 3).- la fuerza de voluntad; 4).- la productividad; 5).- el coraje; 6).- la asertividad, y 7).- el liderasgo. En mi caso, además, –por sobre todas las cosas– ser heterosexual.

Los mandatos de la masculinidad no son lo mismo que ser machista. El machismo para mi forma de ver las cosas, es una degeneración de la masculinidad. Es la forma tóxica de ejercer la masculinidad.

Yo no me identifico como machista por el hecho de ser masculino, tal vez por otras cosas, pero no por esta.

A quien me llama machista le digo, llámame como quieras, tus prejuicios son tuyos, yo no me hago responsable de tus complejos.

Yo soy un hombre masculino, orgulloso de mi masculinidad, y no, no estoy en contacto con mi lado sensible, y no por eso tengo falta de empatía, simplemente es el rasgo emocional con el que me siento cómodo.

Nosotros no vamos 50/50 en las cuentas, nos gusta ser el que pague a cuenta en la cafetería, pero no tenemos ningún problema en que a veces lo haga ella.

Nos gusta abrirle la puerta a nuestra pareja, no porque pensemos que ellas no puedan, sino porque yo elegimos ser atentos con una dama, así nos educaron y asumimos esa educación como propia.

Sabemos que nuestra pareja es suficientemente independiente para no necesitar protección, pero somos protectores porque elegimos serlo, porque es parte del rol que decidimos desempeñar en el universo, y porque sabemos que en el fondo la mujer empoderada e independiente también en ciertos momentos necesita un hombre a su lado que le brinde seguridad y en quien recargarse cuando el peso de la vida hace que las fuerzas se le escapen.

Aunque no lo reconozcan, la mujer se siente mas segura cuando él duerme en casa, ella descansa mejor sabiendo que él protege su hogar, que cuida a sus hijos; y aunque no lo sepa, o no lo reconozca, la mujer heterosexual desea ser cortejada, desea que su pareja las enamore, que sea tierno, protector, que la haga sentir deseada, amada, femenina.

El feminismo les ha enseñado a las mujeres que no necesitan un hombre, que son independientes, que pueden con todo. Les repiten constantemente: Mujer ¡sal, crece, empodérate!

Un verdadero hombre no detiene a su pareja, al contrario, la impulsa, la apoya a que vaya por eso y más, fomenta su empoderamiento, su crecimiento, realización y felicidad. En un caballero no van a encontrar resistencia, ni represión.

El que tiene la suerte de tener una verdadera dama a su lado, independiente y empoderada, está seguro de ella, no le revisa el celular, no la cela, la invita a vestirse de forma femenina y por sobre todas las cosas, aprecia su inteligencia y su éxito profesional.

No le intimida su tamaño, por el contrario, le enorgullece. Ella no necesita hacerse pequeña para caber con un verdadero hombre masculino, están en constante autosuperación.

Los verdaderos caballeros actuamos sin cobardía, bajo la premisa de que a una mujer no se le pega ni con el pétalo de una rosa. Los que violentan a las mujeres son los cobardes. No nos confundan.

Así como ustedes exigen respeto para su feminidad, exigen igualdad, desean reconocimiento de su potencial intelectual, nosotros deseamos lo mismo de ustedes.

La sociedad moderna defiende mucho la inclusión, el lenguaje incluyente, la diversidad en la identidad sexual, el respeto a la forma en que cada persona se identifica en cuanto a su género o su preferencia sexual.

Bueno pues, así como ustedes exigen respeto a esa forma de asumirse individualmente, pues nosotros hemos elegido la masculinidad como la forma en que nos sentimos cómodos, y si somos congruentes, eso merece el mismo respeto.

Nosotros no necesitamos su permiso para ejercer nuestra masculinidad.

Mujer, escucha:

Un hombre con una sana masculinidad no es tu enemigo, la única violencia que vas a encontrar con él, es la que lleves contigo.